Desde mi mirada, República Dominicana es como una casa construida en medio de un paraíso natural, pero con grietas visibles. Algunas están siendo reparadas con esfuerzo, otras se siguen expandiendo con cada golpe de crisis ambiental. En el Día Mundial del Medioambiente, hacemos una pausa para mirar de frente nuestras heridas… y también nuestras soluciones.
1. Cambio climático y vulnerabilidad
Pocas naciones están tan expuestas como la nuestra. Según el índice Germanwatch, la República Dominicana se encuentra entre los 10 países más vulnerables al cambio climático. Huracanes, inundaciones y sequías no solo alteran vidas, sino también la economía. De acuerdo con el Banco Mundial, perdemos cada año un 0.4% del PIB por eventos climáticos extremos. Si no actuamos con urgencia, ese costo podría ascender hasta un 16% del PIB proyectado para 2050.
2. Deforestación y degradación del suelo
A pesar de que el país ha aumentado su cobertura boscosa del 27.5% en 1996 al 42% en 2024, aún enfrentamos serios problemas de erosión del suelo, pérdida de biodiversidad y tala ilegal. La expansión agrícola continúa poniendo en riesgo ecosistemas vitales, en especial en zonas montañosas y fronterizas.
3. Contaminación del aire y del agua
Nuestras ciudades respiran humo y nuestros ríos arrastran desechos. La falta de tratamiento de aguas residuales, la escorrentía agrícola y la presencia masiva de plásticos, especialmente foam, llenan nuestros cuerpos de agua de microplásticos que amenazan tanto al ambiente como a la salud pública. Es una contaminación silenciosa que nos intoxica lentamente.
4. Gestión de residuos sólidos
Con la Ley 225-20, República Dominicana ha dado pasos importantes hacia una gestión más moderna de los residuos. El fideicomiso creado para dinamizar la industria del reciclaje es una señal positiva. Sin embargo, aún hay vacíos: la aplicación de reglamentos es limitada, la economía circular avanza lentamente, y materiales contaminantes como el foam siguen ampliamente distribuidos sin una política efectiva de reducción o eliminación.
5. Conflictos socioambientales
El desarrollo no siempre llega con consenso. La expansión minera, particularmente el proyecto de Barrick Gold en Cotuí, ha reavivado tensiones sociales. La construcción de un nuevo depósito de relaves en 2025 ha generado protestas por parte de comunidades locales, que denuncian compensaciones insuficientes, riesgos ambientales y procesos poco transparentes.
Acciones para sanar nuestras heridas
No todo es retroceso. También hay esperanza, lucha y avances concretos que vale la pena visibilizar:
Reforestación y restauración de ecosistemas
El Plan Nacional de Reforestación logró la siembra de 16.5 millones de árboles entre 2023 y 2024, cubriendo el 92% del territorio proyectado. Este esfuerzo, reconocido por el Banco Mundial, ha contribuido a la captura de carbono y la restauración de fuentes hídricas.
Conservación marina y fortalecimiento legal
En abril de 2024, se creó el Santuario Marino Orlando Jorge Mera en la cordillera submarina Beata y se amplió el Santuario de Mamíferos Marinos Bancos de La Plata y La Navidad, alcanzando así el 30.8% de protección del territorio marino nacional, cumpliendo con la meta internacional “30×30” seis años antes de lo previsto.
A nivel local, iniciativas como las de la Fundación Ecológica Maguá en Sosúa están marcando la diferencia: trabajan en la reproducción asistida de corales en peligro de extinción y han creado el primer banco genético de coral cerebro y pilar del país.
Energía limpia
En tres años, el país duplicó su capacidad instalada en energías renovables, pasando de 556 MW en 2020 a 1,396 MW en 2024. Hoy, somos el mayor generador de energía eólica del Caribe. El Decreto 65-23 también ha fortalecido la transparencia en contrataciones públicas de proyectos energéticos.
Educación ambiental
Desde 1998, la educación ambiental es obligatoria en las escuelas. En 2024, se remodeló el ITESMARENA y se incorporaron nuevas carreras técnicas, además de capacitar a 250 guardaparques, una cifra récord en casi una década.
Manejo del sargazo
El país también ha liderado regionalmente la respuesta al sargazo, desarrollando investigaciones sobre sus usos industriales y promoviendo cooperación internacional. En 2024, las barreras antialgas y la producción de biofertilizantes a partir del alga fueron pasos clave hacia una solución sostenible.
Participación ciudadana: un motor que crece
Un dato esperanzador: en 2024, la República Dominicana fue el tercer país del mundo con más voluntarios en limpiezas de playas, movilizando a 23,625 personas, solo superado por Estados Unidos y Filipinas. Esto evidencia que, más allá de las políticas, la ciudadanía está despertando.
Liderazgo regional e internacional
La República Dominicana ha fortalecido su liderazgo climático en espacios como la CMNUCC, participando activamente en los bloques de AOSIS y GRULAC. Ha defendido temas clave como adaptación, transparencia y financiamiento para pérdidas y daños, destacándose en negociaciones del Artículo 6 del Acuerdo de París. Además, ha impulsado la inclusión de juventud y género en la acción climática, y promovido la colaboración regional caribeña frente a los desafíos del cambio climático.
Reflexión final
Las cicatrices ambientales de la República Dominicana no pueden negarse. Algunas están en proceso de sanar, otras siguen abiertas y supurando. Pero también hay manos, políticas y movimientos que están trabajando para curarlas. En este Día del Medioambiente, el desafío es claro: no basta con aplaudir los avances, hay que protegerlos, profundizarlos y hacerlos irreversibles.
Porque cuidar la tierra que habitamos es también una forma de cuidar el futuro que soñamos.
Este artículo de opinión fue escrito por María Laura Martínez, gerente asociada del proyecto Karbon-X y de la Fundación Ecológica Magua.