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Tres pasos hacia una adaptación climática en República Dominicana

El cambio climático no es una amenaza para el futuro: es una realidad que afecta diariamente a millones de personas. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), cerca de 3,000 millones de personas ya viven en condiciones de alta vulnerabilidad climática.  

Además, entre 2010 y 2020, las muertes provocadas por inundaciones, sequías y tormentas fueron 15 veces más frecuentes en las regiones más expuestas, siendo los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID) —como la República Dominicana— algunos de los más afectados. 

Para el 2050, el Banco Mundial prevé que el Cambio Climático “tenga un impacto importante en la salud de la población, en la infraestructura y ecosistemas naturales como los bosques, las zonas costeras, y en el turismo” del país. Estima que “el rendimiento de los cultivos podría disminuir hasta un 30% y las tasas de pobreza podrían aumentar. El país podría dejar de generar hasta el 17% de su PIB potencial en un escenario donde no hay daños inducidos por el cambio climático. Esto sería causado por la reducción de la demanda turística, el aumento de las tormentas tropicales y la reducción de la productividad laboral por el estrés térmico causados por el cambio climático”.  

Estas alarmantes proyecciones han sido un catalizador para la acción. Diversos sectores del país están impulsando soluciones integradas que buscan reducir la vulnerabilidad y aumentar la capacidad de adaptación, con un liderazgo compartido entre el Consejo Nacional para el Cambio Climático y Mecanismo de Desarrollo Limpio (CNCCMDL), el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD) y el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MISPAS). 

En respuesta a estos desafíos, la República Dominicana ha fortalecido la colaboración entre las comunidades y el gobierno central, apoyada por mecanismos de cooperación internacional. Uno de estos esfuerzos es el programa Adaptation Pipeline Accelerator (APA), impulsado por la Secretaría General de la ONU con financiación del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania (BMZ). Este programa es implementado por el NDC Partnership con el acompañamiento técnico del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en el marco de su iniciativa Climate Promise, que apoya a los países en desarrollo en la implementación de sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) para cumplir con el Acuerdo de París. 

A través del APA, la República Dominicana ha logrado avances concretos en tres áreas clave: adaptación local, transversalización en política pública y salud/cambio climático.   

  1. Adaptación desde lo local: trabajar con los municipios vulnerables

El primer paso fue conectar la planificación climática con las realidades territoriales. Con base en estudios del MEPyD y en diálogo con autoridades locales y nacionales, se identificaron tres municipios con alta vulnerabilidad climática: Yamasá, Castañuelas y Monte Plata. 

Estos territorios representan diferentes amenazas: mientras en Yamasá sus habitantes enfrentan retos específicos como problemas en el acceso al agua, deforestación y fragilidad de los suelos; en Monte Plata enfrentan desafíos en su seguridad hídrica e infraestructuras expuestas a lluvias intensas; similar a Castañuelas donde sufren sequías prolongadas que afectan la ganadería y la siembra de arroz, así como la disponibilidad de agua potable para su comunidad. 

A través de talleres participativos, se fortalecieron capacidades técnicas y se identificaron necesidades de inversión en adaptación, enmarcando las acciones dentro de planes de desarrollo local y prioridades nacionales. 

Este enfoque no solo permitió identificar proyectos concretos, sino también generar confianza y compromiso entre los actores involucrados. La adaptación dejó de ser una noción abstracta para convertirse en una tarea urgente, viable y alineada con el bienestar de las comunidades. 

Para esta población, que vive con los impactos directos de las lluvias intensas o la escasez de agua, contar con medidas consensuados es ver cómo las soluciones climáticas dejan de ser una promesa bastante lejana y se vuelven herramientas más cercanas.  

Ahora cuentan con un compendio de acciones para la adaptación climática local—elaborado y priorizado de forma participativa—que les permite estructurar su planificación municipal, facilitar la asignación presupuestaria local y gestionar recursos nacionales para garantizar que estos esfuerzos tengan continuidad y sean sostenibles en el largo plazo.   

  1. Planificación multisectorial: salud, desarrollo y cambio climático

El segundo gran pilar del proceso consistió en asegurar que la adaptación climática no se limite al nivel local —especialmente en un país con una gobernanza centralizada como la República Dominicana—, sino que se integre de manera transversal en las políticas públicas nacionales. Con este objetivo, entre junio y julio de 2024, se desarrolló un Programa Nacional de Capacitación sobre Adaptación al Cambio Climático, en el que participaron 84 técnicos y funcionarios públicos (55 mujeres y 29 hombres) de 34 instituciones del Estado. 

Esta iniciativa cobró especial relevancia al coincidir con procesos clave de planificación institucional como: la formulación de los Planes Estratégicos Institucionales (PEI), los Planes Operativos Anuales (POA) y las Evaluaciones del Desempeño Institucional (EDI). Esta coincidencia ofreció una oportunidad estratégica para que los equipos responsables de la planificación estratégica y operativa pudieran incorporar criterios de adaptación al cambio climático en sus instrumentos de gestión, incluyendo temas como la gestión de riesgos climáticos, soluciones basadas en la naturaleza y mecanismos de financiamiento para la adaptación. 

La Fundación Plenitud, aliada en este proceso, destacó que cada sesión de capacitación se enfocó en ejercicios prácticos y análisis de casos reales, tomados de las propias instituciones participantes. Estas dinámicas no solo facilitaron el aprendizaje, sino que también promovieron una colaboración más efectiva entre los sectores, fortaleciendo sus capacidades para anticipar, planificar y responder colectivamente a los crecientes riesgos climáticos. 

  1. Un sistema de salud que se anticipa a los choques climáticos 

En un país caribeño como la República Dominicana, los efectos del cambio climático también impactan directamente en la salud pública. Por eso, el tercer eje estratégico del APA se enfocó en fortalecer la resiliencia del sector sanitario. En coordinación con el Ministerio de Salud Pública (MISPAS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), se organizaron talleres dirigidos a 33 Direcciones Provinciales y de Áreas de Salud (DPS y DAS). 

Entre julio y agosto de 2024, 69 profesionales de salud (42 mujeres y 27 hombres) participaron en estas sesiones, centradas en cómo prepararse ante fenómenos que agravan enfermedades respiratorias, provocan brotes de dengue durante las lluvias intensas o interrumpen servicios de salud en zonas vulnerables. 

Estas jornadas sirvieron de base para la elaboración participativa de la Hoja de Ruta para la Adaptación al Cambio Climático del Sector Salud, validada por el MISPAS, el Servicio Nacional de Salud (SNS) y la OPS/OMS. Esta hoja de ruta propone acciones concretas en tres áreas clave: 

  • Fortalecer la capacidad de respuesta institucional, con protocolos claros para actuar antes, durante y después de eventos climáticos extremos. 
  • Proteger a las poblaciones más vulnerables, como la niñez, mujeres embarazadas y personas con enfermedades crónicas. 
  • Promover una coordinación efectiva entre áreas, asegurando que la atención primaria, la vigilancia epidemiológica y la gestión de riesgos trabajen de forma integrada. 

La hoja de ruta fue presentada oficialmente el 28 de noviembre de 2024, tras procesos de validación técnica con las instituciones involucradas. Disponible en el portal del PNUD, el documento ofrece orientaciones prácticas para fortalecer la preparación del sector salud, capacitar al personal de salud y adaptar las políticas sanitarias al contexto climático. 

Su implementación marca un paso clave para transformar el sistema de salud, pasando de un enfoque reactivo a uno proactivo y preventivo, capaz de anticipar y mitigar los impactos del cambio climático. Al integrarse en los planes institucionales regulares, esta hoja de ruta asegura una resiliencia sostenida y duradera en el sector salud dominicano. 

Una apuesta por el futuro 

Los avances logrados en el marco del Adaptation Pipeline Accelerator muestran que la adaptación climática es posible cuando se unen la voluntad política, la participación comunitaria y el apoyo técnico-financiero. Si bien los retos son inmensos, la experiencia de la República Dominicana demuestra que es posible transformar la vulnerabilidad en resiliencia mediante una acción coordinada, multisectorial y centrada en las personas. 

Este camino apenas comienza. El cambio climático seguirá poniendo a prueba la capacidad de adaptación de los países del Caribe, pero con herramientas como el APA, se abren nuevas posibilidades para construir un futuro más seguro, justo y sostenible. 

Sobre el autor:

Emmanuel Volquez es coordinador de proyectos de la unidad de Cambio climático, riesgos y sostenibilidad ambiental del PNUD en República Dominicana.

Su contacto es emmanuel.volquez@undp.org 

 

 

 

 

 

 

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